El colombiano Jeisson Peñalosa se enamoró de Costa Rica cuando la visitó en el 2001. Un años después, al concluir su carrera de Profesor de educación física, en la Universidad de Cundinamarca, Bogotá, decidió venir al país en busca de un mejor futuro.
Peñaloza llegó con una maleta llena de sueños, su uniforme de árbitro y el traje del payaso tornillito. Dos personajes con los que se dio a conocer en las canchas de fútbol y futsal, y en las fiestas infantiles en todo el país.
Dibujar sonrisas en la gente, fue su medio subsistencia en su época de estudiante y lo de ser árbitro le llegó por accidente cuando fue coordinador deportivo en la universidad.
Fue árbitro FIFA del 2011 al 2015. Dirigió en los Campeonatos Mundiales Femeninos de Futsal Femenino Portugal 2012 y Costa Rica 2014, además de la Final del Futsal de los Juegos Centroamericanos, realizados en nuestro país en el 2013.
Es padre de Sofía, de 13 años, y trabaja como profesor de educación física en el colegio KLC de la Rivera de Belén, Heredia. Conoce más de las dos facetas de Jeisson y de lo complejo que resulta impartir justicia en la cancha y el hacer reír a la gente, en la entrevista que concedió para el segmento Tiempo Fuera.
¿Cuándo decide venir a Costa Rica y por qué?
R. En el 2001 visité Costa Rica y me gustó. Al concluir mi carrera universitaria decidí venirme para acá. Busqué orientación en la Federación de fútbol y me refirieron a ASCATF, una asociación de árbitros donde empecé y al cabo de dos años fui asistente en la Primera División de Fútbol. En el 2010 di el paso al futsal donde ya conocen mis alcances.
¿Qué fue primero Tornillito o el arbitraje?
R. Tornillito fue primero. Nació a mitad de mi carrera como un medio de conseguir recursos para mis gastos educativos, ya que la Universidad de Cundinamarca, está lejos de mi pueblo Viota, dos horas al sur de Bogotá.
¿Cómo nació la idea de tornillito?
R. La recreación es afín a la carrera que estudié. Empecé a animar actividades de cumpleaños. Con el tiempo me di cuenta que tenía buena aceptación como payaso. Los niños de la primera fiesta que animé, eligieron el nombre de tornillito, en un concurso que realicé. Ya son 22 años de trabajar orgullosamente de payaso.
¿Y lo de ser árbitro?
R. El arbitraje sucedió al término de mi carrera. Era coordinador de los torneos universitarios y los encargados de arbitrar no llegaron. Sin pensarlo tuve que impartir justicia ese día. En la gradería se encontraba personal especialista en el tema y fueron ellos quienes me abordaron e impulsaron, ya que apreciaron cualidades en mi accionar en el campo.
¿Cómo hace para combinar esas dos profesiones, tan distintas y complejas?
R. Soy Licenciado en Educación Física. Utilizo herramientas metodológicas y pedagógicas aprendidas de grandes maestros que me ayudaron. De esa manera afrontó con responsabilidad, tanto ser árbitro como el ser payaso... esto último con mucha seriedad. Busco la forma de no ser tan rígido el papel de árbitro, de vez en cuando se vale ser un tanto gracioso, mientas imparto justicia.
¿Es más fácil dictar sentencia en la cancha o hacer reír a las personas?
R. Hay momentos en los que tornillito tiene que esforzarse para sacar una risa o un momento gracioso y agradable. Pero es más difícil hacerle creer a jugadores, técnicos directivos y afición que estoy tratando de hacer lo correcto. El arbitrar es más difícil.
¿Qué es lo más complicado de ser arbitro?
R. Convencer a todos que no soy árbitro para perjudicar o favorecer. Soy árbitro porque tomo decisiones y trato de hacerlo lo más cercano a lo correcto. El otro aspecto complicado es cuando te das cuenta que con una decisión perjudicas a alguien. Para un árbitro lleva esta pasión en el alma, es muy difícil de digerir.
¿Y de ser tornillo?
R. Hay días difíciles, en las que tu situación contrasta con la de tu profesión de hacer reír a la gente. Tienes que salir y maquillarte. Saludar, jugar y sonreír como que nada pasara. Es complicado persuadir los momentos así cuando tienes que payasear.
¿Por qué se cuestiona tanto el trabajo de los árbitros?
R. Siempre vamos a ser el filtro de escape de muchos puntos de vista. No hay una decisión que despierte complacencia en todos los actores del juego. Ese es el motivo de la controversia. Somos el blanco donde apuntan todos los criterios y puntos de vista.
¿Alguna anécdota que pueda compartir de su doble faceta?
R. Mucha gente conoce de mis dos actividades y aunque se preste para el ‘vacilón’ solo hubo un par de ocasiones donde se confundieron las cosas y tuve que tomar medidas. Las más chistosa fue el partido Escazú y Curridabat, por la eliminatoria a Juegos Nacionales. El partido de ida se suspendió por invasión y enfrentamiento de las aficiones. Me asignaron como juez principal. El juego se desarrolló normal, pero en el segundo tiempo, al salir a revisar las porterías y la redes, la afición corear mi nombre de payaso. Al finalizar me di cuenta que fueron mis alumnos. Casi pierden Educación Física, ese año.